Thursday, July 28, 2011

Unknown Mortal Orchestra

Después de haber escuchado y visto cómo se difunden como una especie de virus, estos años no dejan de traer bandas cuya intención parece ser usar todas las técnicas de grabación necesarias para hacernos sentir especialmente en los ’90s, aunque también en los ’80s, ’70s y ’60s. Unknown Mortal Orchestra es la última propuesta de este conjunto de bandas retrógradas del año, aunque no hay que escuchar muy detenidamente para saber qué es lo que tienen ellos que no tiene Yuck o Smith Westerns.

En un collage que incluye la técnica de No Age para sonar setenteros, elementos distantes de Ariel Pink, un poco de Captain Beefheart por acá y un poco de funk por allá, no es describir el disco debut de los neozelandeses en un solo párrafo y abarcar cada aspecto que brinda. Tomando Ffunny Ffrends por ejemplo, que abre el disco con una batería rapera ligera, un punteo de guitarra juguetón que no termina de sonar a No Age cuando empieza a rasguear en un efecto psicodélico acompañando a la voz nasal de Ruban Nielson. El punteo vuelve para reforzar la melodía del estribillo y una vez más al final de la canción dejándose llevar por el fade-out.

El disco avanza y, sin darnos cuenta, estamos escuchando Thought Ballune, que si bien comparte la misma técnica de grabación que Ffunny Ffrends y que todo el disco, se encarga de meter un poco más de distorsión en el bajo pero pop en las voces. Sobre toda esta combinación, existe una manta psicodélica encargada de envolver cada instrumento y sonido para convertirlo en algo único. De vuelta la guitarra queda jugando en un riff que se va con el fade-out, patrones que se repiten sin molestar a lo largo del disco. El single How Can U Luv Me no escapa de esa misma estructura y plantel de patrones, garantizando quedarse en nuestra cabeza por semanas. Más adelante, la banda no tiene miedo de romper su propio modelo, con canciones como Nerve Damage!, rompiendo todo con la distorsión en una canción que parecía empezar como una intermisión psicodélica.

Lo que hace a Unknown Mortal Orchestra una banda no fácil de descartar harto de tantas bandas retrógradas presentes, es la dificultad de saber con exactitud a qué tiempo nos están tratando de llevar. Muchos se sienten cómodos pensando en los discos McCartney y McCartney II (los primeros dos discos del Beatle como solista) cómo las principales fuentes de influencia pop y experimental, mientras que otros no dejan de repetir nombres como Syd Barret y the Kinks. Personalmente, prefiero asociarlos con una versión mecánica y de alguna manera tétrica de los Jackson 5… pero bueno. Es cuestión de escucharlos y sacar vuestras propias conclusiones.

#363 - Unknown Mortal Orchestra (2011)

Sunday, July 17, 2011

Skying

Con su primer disco en 2007, se puede asumir que the Horrors tuvo una oportunidad de enfrentarse cara a cara con la decepción. Strange House daba a conocer una banda demasiado concentrada en no salir de una estética insípida que no dejaba expresar sus propios sonidos natos. Sin embargo, la banda tardó dos años en mostrar una pseudo-nueva cara con Primary Colours, discó con el que alcanzó un sonido que les quedó mucho más natural, combinando ciertos aspectos góticos y shoegazers de Strange House pero sin miedo de revelar sus influencias post punk.

Este año vuelven con un nuevo disco, en el que se anticipa una continuación en términos de maduración de sonido. Seguramente sea por esto que Skying, con todas sus expectativas cargadas, pueda sonar no tan emocionante ni interesante como su anterior. Es muy difícil encontrar algún momento en el disco que no suene como una progresión natural para la banda desde Primary Colours, aunque tampoco es complicado encontrar momentos en los que se siente una exageración en los detalles que the Horrors identificaron como ventajas y fuertes en su disco anterior.

El problema principal viene a la hora de sumergirse un ambiente ruidoso y sobrecargado de efectos. Changing the Rain abre el disco de la manera menos favorable posible, rompiendo la puerta para querer hacernos digerir a la fuerza el nuevo sonido sin darnos tiempo a entender completamente qué está pasando. A diferencia de otros discos de este año en los que también se hiso un uso exhaustivo de efectos con reverb y demás para darle color a su shoegaze post punkeado, cualquier efecto agregado en Skying trata de cumplir abruptamente el objetivo de esconder el sonido y borrar la cara de la banda.

Skying es sin embargo un disco disfrutable en varios momentos, cuando the Horrors logra superar el pánico escénico y sacarse las máscaras para demostrar que es lo que hiso único su sonido. Desde I Can See Through You, las canciones que le siguen llegan como un alivio a un disco que por ahí empezaba a sonar abrumador en el peor sentido de la palabra. Endless Blues es una canción cuyo fuerte contrasta con ese tercio nubloso del disco: los bajos, las voces y los sintetizadores se escuchan claramente, y aunque sea una canción bastante digerible, pierde esos elementos únicos que la banda aprendió a cultivar en Primary Colours.

El single Still Life también se presenta bajo el mismo panel de claridad, en donde el sintetizador y los bajos cumplen un papel casi protagónico acompañando la voz de Faris Badwan, probablemente la canción más ochentosa que the Horrors escribió hasta el momento. A continuación, el disco va llegando a su final con Moving Further Away, que con sus casi nueve minutos de duración se puede decir que cumple el mismo propósito que Sea Within a Sea. Experimentando con un lado más movido y electrónico, el tema logra encajar perfectamente en el disco sin permitirse sonar desubicada.

Por más que Primary Colours sea un disco que me encanta revisitar de vez en cuando, me alegra que the Horrors no se haya repetido, y pueda experimentar en un disco muy disfrutable. Skying es un disco en el que no nos podemos confiar en las primeras impresiones para sacar veredictos o desecharlo para no volver a escucharlo nunca más, aunque tiene momentos que sin importar cuantas veces los escuchemos, van a seguir sonando igual de inentendibles y sobrecargados.

#362 - The Horrors (2011)

Wednesday, July 13, 2011

No Color

La historia se repite una y otra vez. La banda saca su primer disco consagrándose como la nueva revelación, el disco que será recordado hasta que se separen como “el primero”, “el único”, “el fresco”, “el original”. La banda saca un segundo disco y al no poder alcanzar las expectativas, se van de a poco marchitando en el olvido. ¡Pero no desesperéis! Si los egos aguantan la tensión y no disuelven la banda, siempre podemos contar con el gran regreso después de un tiempo de recapacitación y reconectarse con sus raíces.

The Dodos se mantuvo en repeat constante con su primer disco (pasando por alto el disco proyecto que grabó el cantante Meric Long solo) Visiters (2008), en donde se presentaban como una propuesta folk medianamente atípica. El mismo año en que Fleet Foxes sacaba aclamado debut homónimo, the Dodos nos mostraba la otra cara del folk, bastándose en percusiones, una guitarra acústica furiosa y unas eléctricas ocasionales para crear un ambiente crudo y agresivo (bueno… agresivos para ser folk). La simpleza en el sonido de la banda se vio afectada cuando agregaron un tercer miembro para su segundo disco, encargado de sumar xilófonos o teclados. Fue así como salió Time to Die (2009), disco en el que la banda también se apoyó en la producción de Phil Ek, quién había trabajado ya con Band of Horses, y Built to Spill. Ek, a pesar de hacer un gran trabajo puliendo el sonido de la banda y ayudándolos a experimentar con un diferente punto de vista, Time to Die sonaba a la par de bandas como the Shins o Fleet Foxes (ambas producidas también por Ek), y volvía muy fácil de confundir a the Dodos con cualquier otra banda pop de esa gama saturada.

No Color promete rescatar los elementos característicos y ventajosos de the Dodos desde la primera canción: Black Night abre el disco añorando el sonido de una banda directa y efectiva, sin miedos de jugar con un sonido levemente más oscuro esta vuelta. Sin embargo, No Color no es un borrón y cuenta nueva: la banda supo con qué quedarse de su segundo disco para adaptarlo y personalizarlo en una manera que cumpla con el objetivo del tercero.

The Dodos suenan mucho más estructurados y menos espontáneos que antes, síntoma de la maduración que los llevó a hacer un disco más oscuro y muy coherente. La banda demuestra más que nunca que su fuerte es ser directo: si quieren crear tal tipo de ambiente agresivo no tardan en hacernos sentir en medio de una guerra acústica. Es cuestión de repetir tanto simbólicamente como literalmente las premisas para entender la desesperación en las letras de Sleep, y las esperanzas en Companions. No Color puede no tener esa espontaneidad que nos mantenía alertas de cada cambio de ritmo en las primeras canciones, pero es definitivamente un paso adelante en la historia de una banda que, al parecer, aprendió sus fuertes pero sigue con ansías de experimentar.

#361 - The Dodos (2011)

Thursday, July 7, 2011

Elephants at the Door

“No importa cómo suene, tiene que ser psicodélico”. Esa fue la promesa con la que el italiano Wikus Van De Merwe y su novia se encerraron a fines de año en Los Ángeles a grabar su primer disco. Juntos habían grabado Plumy Tale a mediados de 2010, canción que había recibido elogios de todo tipo, aunque se desconocía completamente de dónde venía ese dueto, esa línea de bajo, y esos coros. Teniendo esa canción como única referencia, la pareja se dispuso a grabar el disco, abierta a cualquiera que sea la dirección que el sonido tome durante las sesiones, siempre y cuándo suene psicodélico.

Elephants at the Door está influenciado por millones de cosas, y muchos no tardaron en compararlo con Cosmogramma de Flying Lotus desde los ojos del rock y pop psicodélico. Grizzly Bear pero con más energía, con Edward Sharpe and the Magnetic Zeros pero menos hippies; el hijo entre que salió de una orgía entre Air, Led Zeppelin y the Velvet Underground; sea cual sea la ecuación de bandas que formule la crítica para tratar de entender Dumbo Gets Mad, Elephants at the Door se inclina en un territorio bizarro, mezclando cosas que nunca se nos hubiera ocurrido que quedarían bien.

Tomando canciones como Sleeping Over por ejemplo, no hay que poner mucha atención para admirar cómo se traspapelan una tremenda línea de bajo muy dub, unas voces con efecto chipmunk-alien, y un saxo ocasional. Otros temas como Harmony empiezan de una manera muy cálida, con una guitarra un poco reggae, unos tambores por atrás, la línea de bajo siempre presente, y los coros a lo Little Joy; todo esto para después pasar en la misma canción a un trance psicodélico y un estribillo rodeado con efectos de campanas. Es una de las producciones más creativas del año, llevándose todos los premios teniendo en cuenta que todo lo que escuchamos viene desde la cabeza y a través de las manos de un solo tipo.

Más que nada, el fuerte de Dumbo Gets Mad en todo momento es la creación de ambientes sonoros. Las canciones se conectan entre sí, cada una con su estructura poco convencional, aunque después de un tiempo uno puede llegar a preguntarse si existen más efectos que canciones en sí. Es entendible como después de un tiempo, puede llegar a ser un disco que moleste a la gente que venía acostumbrada a algo más simple, carente de experimentos sónicos, ya que después de todo, Elephants at the Door es un disco que requiere si no toda, por lo menos el 99% de tu atención las primeras veces, sin agobiar el oído.

Es la excentricidad en Elephants at the Door que lo hace brillar como único con sus bajos funkadelicos, sus sintetizadores orgánicos, los beats y las guitarras lejanas, diferenciándose de todo el indie pop convencional que satura la escena. Por momentos me hace acordar a mucho de con lo que estaba experimentando MGMT en Congratulations y lo logró en su propia manera. Muchos van a analizar exactamente cómo hiso Dumbo Gets Mad para llevar una idea a territorios experimentalmente muy poco explorados sin perder su esencia en el camino. Por ahora, no lo tuve que escuchar mucho para darle el título de uno de los mejores que escuche este año, fácil.

#360 - Dumbo Gets Mad (2011)

Wednesday, July 6, 2011

Bon Iver

Desde que su primer disco For Emma, Forever Ago (2007) pegó de manera relativamente pasiva en las listas de lo mejor de la década, se puede decir que Justin Vernon no tuvo tiempo para respirar. Entre colaboraciones con varios artistas, un nuevo EP, una aparición en el disco de Kanye West, y grabar un par de proyectos apartes, el segundo disco de Bon Iver asomaba como uno de los discos más anticipados del año (aunque difícilmente se haya ganado el título con tanto Strokes y Arctic Monkeys).

Si vale la pena mencionar que el disco fue grabado mientras Vernon estaba encerrado en su casa un invierno entero recuperándose de mononucleosis, es porque el disco refleja todo lo contrario. No hace falta escucharlo muchas veces para darse cuenta que el nivel amplio de instrumentación en cada canción no se puede contar con las dos manos: cada tema es una sólida expansión y un quiebre de la perspectiva que guardábamos de Bon Iver con su primer disco melancólico. Sin embargo, las voces y los relatos desgarradores que hicieron ese debut un álbum tan poderoso siguen intactas: el método de evolucionar de un trabajo con baterías escasas y guitarras simples a una ambiciosa producción sin perderse en el proceso es algo que le faltó a varios discos etiquetados como folk de este año.

Con cada escuchada se descubren más y más espacios en cada canción, sentimiento provocado especialmente por la masiva percusión y todos los sintetizadores diferentes que tocan al mismo tiempo. Especialmente en canciones como Perth que abre el disco con guitarras casi angelicales que no hacen más que flotar en ese ambiente hacen resaltar la producción llena de coros de iglesias y redoblantes por todos lados mientras que un par de trompetas y clarinetes se asoman muy por atrás.

El disco avanza para experimentar con un par guitarras eléctricas y levemente distorsionadas cuando puede que en canciones como Minnesota, WI, coexistan momentos hermosos con pedazos donde puede llegar a parecer que un banjo, unos instrumentos de viento y unos golpes distorsionados irrumpen simplemente para hacer ruido, corrompiendo la estabilidad sonora y la experimentación interesante con la que venía encaminada la canción. Una vez pasado ese momento de incertidumbre, el álbum se expande en canciones como Holocene o Wash., donde la capacidad para crear escenarios cómodos y fríos al mismo tiempo es inmensa.

Bon Iver brilla en los momentos en los que la instrumentación llueve de manera natural y hace fusión con el propósito de la canción. En otros momentos parece que lo que estamos escuchando fue ideado de tal manera para que uno se dé cuenta de los nuevos sonidos con los que Vernon no tuvo miedo de experimentar, pero sin ningún otro objetivo en particular.

#359 - Bon Iver (2011)

Tuesday, July 5, 2011

The English Riviera

Desde Inglaterra, los poperos de Metronomy vienen evolucionando con cada disco desde 2006. Después de que un par de versiones remixadas de sus primeros temas se difundieron en internet, su segundo disco, Nights Out (2008), aterrizó con unas expectativas servidas y oídos curiosos y ansiosos por pop bailable. Este año, la banda vuelve con un nuevo line-up y un tercer disco que encabeza la gran mayoría de las listas de lo mejor del año.

A medida que la banda fue progresando desde sus comienzos, fueron perdiendo esa excentricidad que los hicieron novedosos pero concentrándose en una visión más amplia del sonido que querían tener. The English Riviera es un gran paso en el largo camino de Metronomy a la creación del pop perfecto, trabajando arduamente en la composición de canciones y confiando más y más en sus habilidades para instrumentar estas canciones y menos en lo que la producción podría llegar a agregar al disco.

En su mejor momento, la banda demuestra un talento infinito en crear capas y capas de orquestación, un elemento que venían explotando desde su primer disco instrumental pero de una manera mucho más minimalista. En un lado opuesto, la banda sabe exactamente como sonar precisa en el momento justo, con cada sonido sumando y manteniendo una estabilidad instrumental tremenda. El primer ejemplo que llega a los oídos es We Broke Free, canción que abre el disco después de una breve introducción con sonidos de playa. Este tema sirve como punta del iceberg, demostrando que tan bien pueden sonar unos beats y un bajo mientras cada sintetizador, guitarras eléctricas y limpias, y voces que rebotan, se suben al viaje.

La primera mitad del disco es la que se encarga de pulir estas ventajas que tiene Metronomy sobre varios trabajos pop que salieron este año. Dentro de una experimentación limitada pero entretenida, la banda suena redonda y concreta, excepcionalmente ecualizada para lograr lo que se proponen. Desde que arranca el disco, hasta The Bay, the English Rivera abre y cierra puertas al mismo tiempo en que mantienen una ambientación concisa y concentrada.

Para el último tercio del disco, la banda se aleja del fuerte del disco, que definitivamente es la composición desde cero. Se siente como si the English Riviera hubiera sido un maratón, y en los últimos kilómetros tuvo que buscar soporte y descansar en la producción del disco, quién podría haber hecho un mejor trabajo en esta última parte. Las últimas dos canciones del disco, se encargan especialmente de crear fuertes sonidos pop orquestales, casi sonando como improvisaciones bien practicadas. Para muchos, estas canciones funcionarán como puntos de anti-climax, mientras que para otros puede ser que suenen como un crescendo final. Sea cual sea el gusto o la opinión, lo que deja en claro el disco cuanto termina, es que este es un disco muy bien pensado, y un tremendo punto de referencia para la banda.

#358 - Metronomy (2011)