Saturday, April 28, 2012

The Flaming Lips and Heady Fwends

Se podría decir que la participación de The Flaming Lips en los medios es ventajosamente mayoritaria. Siempre que el nombre de la banda figura en el título de alguna noticia, nos vemos obligados al click curioso inmediato, y nunca que termina siendo en vano. Discos llevados al teatro, increíbles fiestas de fin de año, canciones de 6 y 24 horas, covers de The Beatles con iPads, material dentro de calaveras comestibles con sabor a marihuana, canciones fraccionadas en 12 videos de YouTube, videos nudistas, posters hechos con sangre, recitales en cementerios: todo esto y más, pasó en menos de un año. Y por si fuera poco, de vez en cuando también surgían noticias de la banda colaborando con una variedad arbitraria de artistas. Si bien varias de estas colaboraciones salieron a la luz como EPs de cuatro canciones el año pasado, el Record Store Day sirvió como excusa para recopilar en un disco doble lo mejor de éstas con otras más que hasta entonces no habían sido difundidas. He aquí, The Flaming Lips and Heady Fwends.

2012 (You Must Be Upgraded) es una de las colaboraciones más comentadas y menos pensadas, siendo Ke$ha la responsable de abrir el disco con una apocalíptica actualización del clásico 1969, de The Stooges. Con imitación de los “oh my and boo hoo” de Iggy Pop incluida, la cantante y las percusiones robóticas hacen su mejor esfuerzo en transformar lo que hace más de cuatro décadas fue una de las primeras canciones punk, en un himno futurista. Ashes In the Air comienza con un redoblante militar electrónico y Wayne Coyne canta solemnemente “You and me, we’re both so fucked up” con Bon Iver repitiendo en auto-tune a coro, puede que la primera reacción sea levantar una ceja en desapruebo. Sin embargo, la explosión en un hermoso estribillo vuela cualquier tipo de prejuicio muy lejos. Esto sirve como un claro ejemplo de lo profundo que la banda puede llegar a desarrollar una idea ridícula en principio hasta convertirla en algo impropiamente emotivo y poderoso.

Habiendo compartido juntos varios recitales, la ayuda de Edward Sharpe and the Magnetic Zeros es una de las asistencias más fluidas del disco, y Helping the Retarded to Find God una de las canciones más honestas también. El álbum también recorre territorios que la banda ya había explorado con el majestuoso y experimental Embryonic de 2009. Supermoon Made Me Want to Pee, con Prefuse 73; That Ain’t My Trip, con Jim James de My Morning Jacket; y You, Man? Human???, con la increíble participación de Nick Cave; este trío de canciones de distorsión extremista, son la mejor muestra de la improvisación que tuvo lugar en las espontáneas colaboraciones, sea tanto por las bases de bajo repetitivo que lideran la canción, o por su letra puramente bizarra y perdida. Para diluir un poco la saturación está la colaboración con Kevin Parker de Tame Impala, Children of the Moon, que si bien no hace justicia al potencial psicodélico de ambos artistas, puede llegar a ser uno de los primeros indicios del próximo trabajo de la banda australiana y su orientación acústica y ligera.

Sin importar qué tan descuidadas estén partes de las letras, o qué tan absurdo puede ser el desmembramiento y visión general de las canciones por separado, la verdad es que The Flaming Lips and Heady Fwends funciona sorprendentemente bien como un conjunto. El orden y posicionamiento de cada pieza en el disco permite una experiencia muy fluida e interesante. Esto se aplica incluso cuando cada canción intenta explotar su esencia al máximo, y también cuando varias de las ideas no están hechas simplemente como para volver a escucharlas una y otra vez como en el caso de trabajos anteriores como Yoshimi Battles the Pink Robots, por más lejos que parezca estar ese perfil del colorido monstruo experimental que la banda se volvió. Pero cualquiera que haya por lo menos ojeado un poco las canciones de 6 o 24 horas que la banda sacó a fines de 2011 debe conocer este punto de vista de hacer de cada pieza una experiencia más que una idea melódica convencional con introducción, conflicto, y desenlace.

El segundo disco abre con I’m Working at NASA On Acid¸ con Lightning Bolt, destacando antagónicamente la participación de ambos artistas de manera que es muy fácil distinguir quién aportó qué: The Flaming Lips inician y finalizan con una especie de sombría balada acústica, mientras Lightning Bolt tiene tiempo para empaquetar la pólvora y explotar todo en el medio. Otra colaboración ya conocida anteriormente es la de Neon Indian para Is David Bowie Dying? que, aunque puede llegar a ser una de las piezas menos inspiradas, es interesante cómo toma un distinto papel posicionada después de la primitiva Do It! de Yoko Ono y su Plastic Ono Band. The First Time Ever I Saw Your Face es un cover de una canción de folk de 1957 (conocida por ser interpretadas por varios artistas populares como Elvis Presley, Johnny Cash, y Roberta Flack) pero completamente apropiada por la cantante Erykah Badu en una versión lenta y dispersa que sobrepasa los diez minutos.

“Imagine there’s no heaven, it’s easy if you try” cita Coyne en I Don’t Want You to Die, la pacífica balada de piano que concluye el álbum. “It’s hard to say goodbye, when all the birds are singing in the sky” canta de manera aguda y quebradiza, reflexionando sobre la mortalidad del amor y ganándonos tal cual como habían hecho diez años atrás. Porque The Flaming Lips puede llegar a ser una de las únicas bandas vivas que, además de expandir sus propios límites sonoros en cada canción que sacan, se confiesan a sangre y lágrima en cada cosa que hacen (y literalmente también). Finalmente, Chris Martin aporta su hermoso pedacito de puente y exclama en los últimos segundos de grabación “I love the Flaming Lips!”. Y nosotros también.

#377 - The Flaming Lips(2012)

Monday, April 23, 2012

Open Your Heart

El año pasado, The Men llegaba para saturar parlantes y auriculares con Leave Home, su primer y aclamado disco via Sacred Bones Records. Porque, dejando de lado que el trabajo era un popurrí de influencias variadas y disonantes, había algo en común que unía a todas estas canciones bajo un mismo techo: la banda estaba decidida a exagerar cada estilo hasta el máximo, sea subiéndole la distorsión, apoyándose en la repetición, además de no gastar más de dos pesos en un estudio de grabación. Y aunque Leave Home se volvió una novedad para cualquier sediento de noise punk, existían un par de asuntos problemáticos que se repetían en cada discusión acerca del disco, y es que The Men fallaban a la hora de encontrar un orden lógico o comprensible dentro de tanto ruido y elementos musicales antónimos, sin terminar de desarrollar profundamente en ninguno.

Por un lado, el nuevo disco de la banda, Open Your Heart, mantiene ésta amplia y englobante disposición de estilos, una clara señal de que the Men es una banda que se encuentra fascinada de una manera hiperactiva frente a todos los distintos géneros e influencias que se pueden tomar a la hora de hacer un álbum y que todavía mantenga la etiqueta de “rock”. Por eso, la sensación de escuchar este trabajo puede familiarizarse más a la de escuchar un compilado en vivo de un festival con Spacemen 3, The Stooges, The Ramones, The Replacements, Sonic Youth, y un poco de rock-era Neil Young, que a la de un único recital.

Ahora, The Men se acerca de una manera coherente a un sentimiento de unidad y fluidez de principio a fin, y sin bajar la guardia en lo que respecta a mantener nuestros oídos atentos. Esta se vuelve una de las cualidades más admirables de Open Your Heart: una consistencia de calidad que mantiene una línea interesante, incluso en los largos temas instrumentales y repetitivos. Abriendo con la energética Turn It Around, la banda nos tiene enganchados desde el principio con un riff Zeppelinero, guitarras distorsionadas peleando cuerda a cuerda por ganarse el protagonismo, y una batería furiosamente inquieta y sedienta de rapidez. Animal continúa con el mismo volumen rítmico aunque de una manera más compacta y blusera, y con vocales más del lado del grito afónico más que de la voz relativamente calmada.

Country Song, si bien no una canción country en el sentido convencional de la palabra, sirve por lo menos para demostrar qué es lo que entiende la banda cuando se habla de country. Calmándose en una lenta transición instrumental con un efecto trémolo sobre un riff repetitivo y llevadero, culminando en Oscillation, donde los trémolos cumplen una función completamente distinta dentro de una zapada krautrock-esca más humana que mecánica. Please Don’t Go Away irrumpe inmediatamente, entregándose al shoegaze voluminoso no tan perfeccionista, y terminando esta seguidilla elemental e iniciando el trío de cortas canciones que, aunque en cierto sentido rompen esta fluidez laboriosa, resultan ser las más memorables del disco.

De esta manera, la banda no se despide sin la oportunidad de experimentar con una balada sí merecedora de ser llamada country en Candy, o el instrumental de siete minutos y medio de Presence, mejor perteneciente a la ópera prima de Spiritualized antes que al disco de Led Zeppelin. Puede que Ex-Dreams falle en entregar la cortina adecuada a los 45 minutos de duración del disco, encanta por última vez recordando tanto a Nirvana en sus interludios instrumentales, o al Sonic Youth de Lee Ranaldo con sus melodías apaciguantes.

Incluso con un amplio repertorio de estilos, la banda sabe con qué perillas experimentar y seguir haciendo un disco rockero como pocos, y es lo que hace a Open Your Heart, uno de los discos más concretos y concisos del año, por lo menos desde ese punto de vista. Puede ser que muchos seguidores de lo que venía haciendo la banda anteriormente se sientan desilusionados al ver que la agresión y crudeza relativamente se fueron, aunque sea definitivamente un paso en adelante para la banda. Y si bien The Men probablemente será por siempre la banda de género indeciso, tratando cada disco como un paseo al más vivido museo de rock ‘n’ roll, hay un patrón a señalar en cada canción que se encaren a dar vida, que no es otra cosa que energía en su forma más pura.

#376 - The Men (2012)

Monday, April 2, 2012

Segunda Estación

Veníamos escuchando varios singles sueltos de Fotos del Otoño desde 2010. Sin embargo, no fue hasta finales de año pasado que se compilaron en Segunda Estación, sin miedo de incluir más de un par de temas inéditos. Sin ir muy lejos de sus pares porteños, la banda vuelve en una tibia combinación eléctrica y acústica, destinada a mantener viva la canción tradicional en su segundo disco.

El hecho que Segunda Estación no sea otra cosa que una compilación de singles, le da una personalidad particular a cada una de las canciones. Igualmente, el déjà vu de la canción pop respira impávidamente a lo largo del disco, por lo que es difícil no valorar el trabajo tanto como una compilación y como una obra unitaria.

Ciudad Vacía da el primer paso en dar a conocer las profundidades y limitaciones de la banda, en una producción texturada y de alma acústica. Canciones como Buen Día, Sol expresan sentimientos de distanciamiento urbano, queriendo escapar de una ciudad llena de humo y suciedad donde todo es una farsa; elementos que generalmente vienen de la mano de la voz del bajista Miguel Cane. Estas letras de determinación y alienación se destacan entre la lírica inocente del guitarrista Mauro Valenti de la gran mayoría de las canciones cantadas por él.

Annie Hall y Jennifer Aniston forman una curiosa seguidilla cinéfila. Mientras que la primera intenta asimilar una situación sentimental al clásico de Woody Allen de manera bochornosa, la segunda fantasea encontrarse a la actriz en el colectivo y hasta mudarse a Nueva York. Lamentablemente, sin importar que tanto humor casual intenten causar los tópicos, la falta de fuerza en la voz nasal de Valenti se evidencia en el peor momento.

Limbo, originalmente un single del primer disco, vuelve a aparecer en Segunda Estación (¿con la esperanza de darle una suerte de hit?). Responsable de una de las líricas más interesantes del disco, Limbo tiene una desmesurada ventaja frente al resto del disco en lo que se refiere a producción y una estructura concisa. La guitarra criolla juega con el piano mientras Valenti logra mantener sus dudas existenciales interesantes.

Segunda Estación cierra una especie de primer ciclo para la banda, para envolverse en una nueva etapa compositiva de la que se espera una adición de nuevas sonoridades, sin perder la búsqueda de la canción. Con suerte esta nueva dirección los lleve a experimentar sin alejarlos del sonido que ya cubrieron en sus dos discos y con el que ya deben estar más que cómodos. Mientras tanto, no queda más que esperar que el tiempo nos mueva.

#375 - Fotos del Otoño (2011)