Desde Inglaterra, los poperos de Metronomy vienen evolucionando con cada disco desde 2006. Después de que un par de versiones remixadas de sus primeros temas se difundieron en internet, su segundo disco, Nights Out (2008), aterrizó con unas expectativas servidas y oídos curiosos y ansiosos por pop bailable. Este año, la banda vuelve con un nuevo line-up y un tercer disco que encabeza la gran mayoría de las listas de lo mejor del año.
A medida que la banda fue progresando desde sus comienzos, fueron perdiendo esa excentricidad que los hicieron novedosos pero concentrándose en una visión más amplia del sonido que querían tener. The English Riviera es un gran paso en el largo camino de Metronomy a la creación del pop perfecto, trabajando arduamente en la composición de canciones y confiando más y más en sus habilidades para instrumentar estas canciones y menos en lo que la producción podría llegar a agregar al disco.
En su mejor momento, la banda demuestra un talento infinito en crear capas y capas de orquestación, un elemento que venían explotando desde su primer disco instrumental pero de una manera mucho más minimalista. En un lado opuesto, la banda sabe exactamente como sonar precisa en el momento justo, con cada sonido sumando y manteniendo una estabilidad instrumental tremenda. El primer ejemplo que llega a los oídos es We Broke Free, canción que abre el disco después de una breve introducción con sonidos de playa. Este tema sirve como punta del iceberg, demostrando que tan bien pueden sonar unos beats y un bajo mientras cada sintetizador, guitarras eléctricas y limpias, y voces que rebotan, se suben al viaje.
La primera mitad del disco es la que se encarga de pulir estas ventajas que tiene Metronomy sobre varios trabajos pop que salieron este año. Dentro de una experimentación limitada pero entretenida, la banda suena redonda y concreta, excepcionalmente ecualizada para lograr lo que se proponen. Desde que arranca el disco, hasta The Bay, the English Rivera abre y cierra puertas al mismo tiempo en que mantienen una ambientación concisa y concentrada.
Para el último tercio del disco, la banda se aleja del fuerte del disco, que definitivamente es la composición desde cero. Se siente como si the English Riviera hubiera sido un maratón, y en los últimos kilómetros tuvo que buscar soporte y descansar en la producción del disco, quién podría haber hecho un mejor trabajo en esta última parte. Las últimas dos canciones del disco, se encargan especialmente de crear fuertes sonidos pop orquestales, casi sonando como improvisaciones bien practicadas. Para muchos, estas canciones funcionarán como puntos de anti-climax, mientras que para otros puede ser que suenen como un crescendo final. Sea cual sea el gusto o la opinión, lo que deja en claro el disco cuanto termina, es que este es un disco muy bien pensado, y un tremendo punto de referencia para la banda.
#358 - Metronomy (2011)
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