La historia se repite una y otra vez. La banda saca su primer disco consagrándose como la nueva revelación, el disco que será recordado hasta que se separen como “el primero”, “el único”, “el fresco”, “el original”. La banda saca un segundo disco y al no poder alcanzar las expectativas, se van de a poco marchitando en el olvido. ¡Pero no desesperéis! Si los egos aguantan la tensión y no disuelven la banda, siempre podemos contar con el gran regreso después de un tiempo de recapacitación y reconectarse con sus raíces.
The Dodos se mantuvo en repeat constante con su primer disco (pasando por alto el disco proyecto que grabó el cantante Meric Long solo) Visiters (2008), en donde se presentaban como una propuesta folk medianamente atípica. El mismo año en que Fleet Foxes sacaba aclamado debut homónimo, the Dodos nos mostraba la otra cara del folk, bastándose en percusiones, una guitarra acústica furiosa y unas eléctricas ocasionales para crear un ambiente crudo y agresivo (bueno… agresivos para ser folk). La simpleza en el sonido de la banda se vio afectada cuando agregaron un tercer miembro para su segundo disco, encargado de sumar xilófonos o teclados. Fue así como salió Time to Die (2009), disco en el que la banda también se apoyó en la producción de Phil Ek, quién había trabajado ya con Band of Horses, y Built to Spill. Ek, a pesar de hacer un gran trabajo puliendo el sonido de la banda y ayudándolos a experimentar con un diferente punto de vista, Time to Die sonaba a la par de bandas como the Shins o Fleet Foxes (ambas producidas también por Ek), y volvía muy fácil de confundir a the Dodos con cualquier otra banda pop de esa gama saturada.
No Color promete rescatar los elementos característicos y ventajosos de the Dodos desde la primera canción: Black Night abre el disco añorando el sonido de una banda directa y efectiva, sin miedos de jugar con un sonido levemente más oscuro esta vuelta. Sin embargo, No Color no es un borrón y cuenta nueva: la banda supo con qué quedarse de su segundo disco para adaptarlo y personalizarlo en una manera que cumpla con el objetivo del tercero.
The Dodos suenan mucho más estructurados y menos espontáneos que antes, síntoma de la maduración que los llevó a hacer un disco más oscuro y muy coherente. La banda demuestra más que nunca que su fuerte es ser directo: si quieren crear tal tipo de ambiente agresivo no tardan en hacernos sentir en medio de una guerra acústica. Es cuestión de repetir tanto simbólicamente como literalmente las premisas para entender la desesperación en las letras de Sleep, y las esperanzas en Companions. No Color puede no tener esa espontaneidad que nos mantenía alertas de cada cambio de ritmo en las primeras canciones, pero es definitivamente un paso adelante en la historia de una banda que, al parecer, aprendió sus fuertes pero sigue con ansías de experimentar.
#361 - The Dodos (2011)
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