Tuesday, August 16, 2011

WIT'S END

Después de sacar Catacombs en 2009, el californiano Cass McCombs parecía haber alcanzado la cúpula de su carrera. El cuarto disco desde sus primeras grabaciones en 2002, llegó como una síntesis de todos sus trabajos, consagrándose como uno de los tantos discos espectaculares del año. Pero más que nada, Catacombs significó el crecimiento y evolución impresionante de un artista que recién estaba preparándose para romper expectativas.

Entre un sonido desolador que titubea logrando no caer en un folk plano ni en pop melodioso, la imagen de McCombs exponiendo sus propias tripas en la mesa no deja de prevalecer a lo largo del disco. Wit’s End se encierra líricamente de principio a fin en la soledad humana como objeto de estudio primordial. Visto de esta manera, el disco bien podría haber sido un cubo asfixiante doloroso sino fuera por el amplio sonido con el que se atrevió a experimentar como nunca lo había hecho antes.

Es el amplio rango de elementos diversos el que mantiene al disco novedoso entre sus ocho canciones al mismo tiempo en que sostiene un manto de misterio sobre cada instrumento y especialmente en la voz. County Line empieza de la manera más accesible posible, desplegando uno de los fuertes de McCombs: mantener el sonido simple y tranquilo y al mismo tiempo sonar tan fuerte y pesado en otras dimensiones. A partir de ese punto el disco puede llegar a sonar poco fresco, por lo que se vuelve difícil escuchar varias veces de principio a final.

Canciones como The Lonely Doll, con sus campanas angelicales y su percusión lluviosa, o Memory’s Stain juegan medianamente en contra, repasando sobre elementos y aspectos del disco que ya habían quedado en claro al principio y se repiten débilmente. El cierre del disco, A Knock Upon the Door es una balada difícil de nueve minutos ya que, aunque la incursión de trompetas y vientos en la canción puede ser grata al principio, es una canción que tranquilamente podría haber durado menos de la mitad y haber dejado en claro lo mismo, calificativamente. Cass McCombs sigue por un buen camino, aunque posiblemente deba ordenar un poco sus ideas sin sonar repetitivo si quiere que volvamos a escuchar un próximo disco de principio a final.

#365 - Cass McCombs (2011)

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