Girls sacó su primer disco hace dos años eternos. El dúo de San Francisco había estado grabando en el garaje de sus padres desde 2007, moldeando y perfeccionando el sonido que dio luz recién en 2009, consagrando al debut Album fácilmente como uno de los mejores discos del año. En 2010 decidieron sacar el EP Broken Dreams Club que los llevó a reencontrarse en la listas de lo mejorcito del año con seis canciones que, si bien mantenían el sonido característico amoroso del ahora quinteto, escuchar la evolución y el nivel de composición llegaba a ser portentoso. Hace unos meses la banda anunció su segundo disco, Father, Son, Holy Ghost, generando una ansiedad auricular hacia un disco que da bastante para hablar.
Honey Bunny abre con un rasguido similar a Lust for Life en Album, solamente que emprende camino acompañado de una batería y una inmediata segunda guitarra surfera advirtiendo de los nuevos integrantes que se sumaron al tiempo. Christopher Owens les dedica un estribillo a las minas que lo rechazaron por su cuerpo huesudo y su pelo sucio, se le declara a una chica sin antes ir al puente melancólico y recordar como su madre fue la única mujer que en serio lo bancó. Bueno, venimos bien. Alex (las canciones con nombres de mujeres prevalecerán) sigue con un sonido mucho más similar al Girls del ’09, recuperándose de puentes instrumentales (que no me sorprendería si los demandaran por plagiar a Taylor Swift o alguien) con el llamativo golpe de guitarras y el balbuceo de Owens.
Die puede llegar a ser una de las mayores sorpresas del disco, como si los hippies hubieran vendido los Hofners y Rickenbackers para cazar unas Ibanez y mandarse solos sobre riff pesado pseudo metalero, y un final a un tempo más reducido, como si fuera una de esas canciones harmónicas de Led Zeppelin o Wolfmother minus machísimo. Definitivamente Vomit, el solo sangrante, los coros de the Great Gig in the Sky, y el puente bien bien chicloso de la mejor manera posible. Los coros aparecen anteriormente en My Ma, lejos de caer como “una más” y resaltar por su simpleza y sinceridad.
Me gustaría estar completamente confiado de decir que el álbum funciona mejor como una suma de las partes antes que dividido en once, aunque lamentablemente no. Es problable que en total haya más canciones que no terminen completamente convenciendo ni cerrando que de las que llenan la cuota hasta el tope. Temas como Saying I Love You se presentan como una repetitiva y cursi canción country, destinada a la basura si no fuera por los versos sentimentales y sus guitarras oníricas. Magic no tiene retraimiento en mostrar el Queen que tiene adentro y tropezar de manera absurda al lado de canciones tan sinceras como Just a Song.
Muchos pueden irse decepcionados a la hora de escuchar Father, Son, Holy Ghost si es que no están preparados para desprenderse completamente de las telarañas de guitarras y las atmósferas de ruido fidélico que corrían como una de las mayores ventajas de la banda. Por esta misma razón, el disco está lejos de ser lo inmediato que se esperaba, o hasta lo alegre, aunque en cada rincón de las confesiones y los estudios acerca de la soledad humana haya varios mensajes positivos, sin los cuales la temática espiritual y religiosa del disco no tendría sentido. Sin embargo, si hay algo de qué acreditar a Father, Son, Holy Ghost, es de que sin importar cuántos descuidos y dislates nos tuvimos que bancar, nos deja con ganas de un poco más.
#366 - Girls (2011)
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