En 2009 un hippie se encerró solo en un estudio de grabación y empezó a moldear lo que sería su primer disco. Solo en la bahía australiana, Kevin Parker comenzó a grabar cada instrumento por su cuenta, comenzando a darse cuenta qué tan bien le sentaba la soledad. El resultado fue Innerspeaker, uno de los discos más comentados del 2010, y que dejó a cada persona que lo escuchó en una nube serena de psicodelia. Tres años más tarde sale el segundo disco de Tame Impala, Lonerism, en dónde Parker se entrega al aislamiento para dar luz a uno de los discos más interesantes del año.
Lonerism se presenta de principio a final como un arma de doble filo. En primer lugar, estas doce canciones son evidencia de la sensibilidad pop que tiene Parker como compositor. Cada canción tira su propia red con estribillos y melodías dispuestas a atraparnos y quedarse en nuestra cabeza por semanas. Esta orientación pop no solo se diluye compositivamente, sino que también las capas de guitarras que rondaban en Innerspeaker aparecen esta vez en forma de sintetizadores. Esto tampoco quiere decir que Tame Impala no suene tan energético como siempre, y canciones como “Mind Mischief” o “Endors Toi” están ahí para demostrarlo.
Del otro lado del cuchillo, tenemos a un disco que nos hunde varias leguas dentro de técnicas experimentales de grabación y estructuración musical. Desde la primera canción, “Be Above It”, un murmuro repetitivo y una percusión primitiva marcan la base para que Parker cante en un tempo mucho más relajado. Esta introducción puede ser el ejemplo más extremista en lo que respecta a la experimentación total del disco, clara muestra de lo duro que pegó el disco Embryonic de the Flaming Lips en la cabeza creativa de la banda.
Pero más que jugar entre los dos extremos, lo que definitivamente hace a Lonerism es la capacidad de mostrar ambos lados en mismas canciones de una manera muy sutil. Se podría decir que la técnica no se basa tanto en mezclar el pop convencional con la psicodelia experimental, sino en llegar al pop o abarcar canciones y melodías desde un punto de vista bizarro y experimental. Sea extendiendo canciones a lo krautrock (las habilidades como baterista de Parker están muy vinculadas al género) hasta terminar en paisajes desgarradores y electrónicos, como en “Keep On Lying”; o tomar melodías básicas y volcarlas en un popurrí ácido de sintetizadores y bajos, como en el single “Apocalypse Dreams”.
Habiendo explotado el potencial de cada canción hasta el último segundo, puede que Lonerism parezca un disco de cohesión dudosa. Canciones escritas años antes de grabar el disco, como “Elephant” y “Apocalypse Dreams”, se destacan inmediatamente del resto y hasta pueden terminar yendo en contra de la corriente e irrumpir con la fluidez. No solo eso, si no que tampoco hay momentos en todo el álbum que permitan tomar un respiro para tratar de entender dónde estamos parados, lo cual puede sonar como una sorpresa sabiendo que fue el mismo Parker el encargado de la producción.
Por más que se haya entregado al aislamiento social y haya aceptado su condición de llanero solitario, Parker sigue destacándose en su rol de cantautor sufrido. Canciones como “Why Won’t That Talk to Me?” o “Music to Walk Home By” siguen explotando temas de soledad y misantropía personal, mientras que en otros momentos admite haber encontrado el amor, como lo hace en “Mind Mischief” y en “Feels Like We Only Go Backwards”. Por otro lado, Parker también sabe como explotar su voz como un instrumento invaluable. Es en éste disco donde logra llamar la atención de nuestros oídos como nunca, incluso cuando toda la música esté explotando por detrás.
Por más que desde el principio el proyecto de Kevin Parker demostraba ser una propuesta más que interesante, Lonerism sirve para reivindicarlos como no solo una que otra banda de rock psicodélico estancada en los 60’s. Tame Impala regresa con un disco mucho más audaz y ambicioso que cualquier trabajo anterior, listo para conquistar al mundo.
#385 - Grizzly Bear (2012)