A paso de single, Dive emergió desde principio de año como el nuevo proyecto de Cole Smith, guitarrista de Real Estate; Colby Hewitt, ex baterista de Smith Westerns; y otro par de nombres. Más tarde fueron noticia por haberse cambiado el nombre a DIIV, por respeto a los “originales Dive”, una banda belga no tan popular de rock industrial minimalista. Siguiendo la misma línea de shoegaze ambiguo y pop veraniego, pero ganándose una reputación propia por el sonido inmenso de sus recitales, ¿puede ser que DIIV venga a romper el molde o es una más de las incontables bandas de Brooklyn de guitarras inocentes y voces ininteligibles?
Es muy difícil hablar acerca de las canciones que componen Oshin, sin repetir la palabra fluidez. Y aunque la gran mayoría de las bandas americanas saturadoras de melodías simples y mucho reverb sepan bastante bien cómo usar esta fluidez a favor suyo, es en DIIV que se vuelve protagonista. No es ninguna sorpresa si, al no escuchar con mucha atención el disco, nos encontramos en un viaje submarino a toda marcha en el que incluso las canciones más fuertes y los singles se sienten como parte de algo continuo, u otro destino de embarque más.
Mientras la tarea de Cole Smith en sus proyectos pasados fue la de acompañar cierta melancolía playera, la estrategia ahora es completamente diferente. Cansado de cantar en la playa, DIIV se alquiló el Nautilus y les encargó a las guitarras que lideren esta travesía al ultra mar, punteo violento tras otro. Pasando por aguas europeas, las cuerdas juegan con el límite entre el krautrock y el post punk moderno en la instrumental Air Conditioning y How Long Have You Known?, dos de las canciones más pesadas del disco. Otras canciones como Earthboy o Sometime están para aliviar entre picos de inmediatez, funcionando como una especie de interludios que de otra manera pasarían muy desapercibidos. La estrategia de aplicar funcionalidades específicas a las canciones es algo muy notable también en (Druun): primero en forma de introducción, y su segunda parte en la mitad del disco, dando comienzo al lado de Oshin que la banda denominó como más siniestro.
El simbolismo místico parece ocupar un lugar superficial en el contenido del disco. Si bien ambos nombres elegidos por la banda tienen sus fundamentos en que cada uno de los integrantes de DIIV tienen símbolos astrológicos marinos, la única referencia puede llegar a encontrarse en Oshin (Subsume), donde la lírica murmura “I let it rain, drink from cup”. Esto antes de terminar con “fuck the world, alien love”, así que cuidado con qué tan precisa se pueda llegar a considerar este tipo de simbología.
Doused es otra de las canciones más poderosas del disco, bien iniciada la mitad más directa del disco, y el viaje llegando bien a lo profundo del océano. Smith casi llega a rappear verso tras verso sobre una carrera vertiginosa de guitarras, representando la culminación de este lado nocturno y oscuro de Oshin. Alcanzando el final de un viaje, la nostalgia de volver a casa aparece siempre, o al menos eso parecería. Home vuelve a la melancolía repitiendo hasta el final “you’ll never have a home”, entre arreglos de guitarras que no dejarían de sonar bailables si estuvieran acompañados por percusión.
Oshin puede ser menos que una novedad para cualquiera que haya tratado de entender sin caso los elogios conformistas del último disco de Real Estate, o el hype de cualquier otra banda de Brooklyn. Pero aunque la mayoría no dude en categorizar a DIIV conla misma etiqueta que tienen varias bandas de esas adolescentes, existen varios detalles en su disco debut como para esperar la ruptura del género en un futuro no tan lejano. Casi como comenzar a reconstruir este sonido que tan dado por hecho está, formándose desde una misma base, y partiendo en destinos distintos.
#381 - DIIV (2012)