Anthony Gonzalez empezó a grabar bajo el nombre M83 en 2001, año en el que sacó su primer disco homónimo sin pena ni gloria. El francés empezó a dar de qué hablar recién en 2003 con Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts, ganándose el agrado de la crítica y público internacional. Este segundo disco partía del proyecto bailable con el que Gonzalez había empezado para adentrarse en un territorio en donde el shoegaze y el pop electrónico se englobaban en una sola entidad. Discos futuros mostraron cómo M83 se quedaba solamente con el reverb en los suspiros y profesionalizaba esta orientación dream pop-era. Considerado como Gonzalez mismo como su obra maestra, el disco doble Hurry Up, We’re Dreaming marca los 10 años de carrera del músico europeo.
Tomando como influencia sus giras con The Killers y Kings of Leon, Gonzalez se vio listo a hacer su propio disco orientado al rock y pop de estadios, esa cualidad que tanto elogiamos de bandas como Arcade Fire o Broken Social Scene, pero raramente se predeciría de M83. Para esto, bien desde el principio del disco, los coros y gritos heroicos en la introducción marcan un antes y después para todo aquel enamorado de las voces secretas e inocentes sobre la musicalización poderosa con la que M83 se había dado a conocer.
Con el pasar de los 73 minutos de duración del disco y a medida que uno se acostumbra a escuchar a Gonzalez cantar muy parecido al Followill líder, empiezan a surgir otros elementos vírgenes en la discografía del músico. Saxos no tardan en llegar para cerrar ese ambiente ochentoso lleno de guiños de teclados y guitarras glams esperándote a la salida; o la melancólica Wait, sorprendiendo con acústicas. Las cuerdas vuelven a aparecer en el interludio de la segunda parte, Year One, One UFO acompañándolas de manera nata un escapismo rural bastante fuera de lugar en el contexto nocturno y sintético en el que el disco está sumergido (o por lo menos antes de explotar en guitarras eléctricas y teclados).
Ambos discos de Hurry Up, We’re Dreaming se pueden analizar como hermanos: los dos tienen cierres y finales, unos pares de interludios ubicados en mismas partes, el single claramente posicionado como segundo tema, entre otras similitudes. Este espejismo refuerza de cierta manera la, de otra manera, débil conceptualización del disco doble, en la que Gonzalez juega con el contraste de la percepción preconsciente de una noche fantástica y, y la distorsión inconsciente del sueño surrealista. Sin embargo, esta comparación puede que no se respete a lo largo del trabajo, producto de la vaga conceptualización al inspirarse de otros discos dobles como Mellon Collie and the Infinite Sadness.
Desde el primer single, Midnight City, no es muy difícil señalar los posibles futuros cortes de difusión que le seguirán: Gonzalez desarma y vuelve a armar la idéntica estructura musical por lo menos ocho veces más (Claudia Lewis, New Map, OK Pal, pero no tiene mucho sentido seguir spoileando), apoyándose en los mismos juegos de teclados y coros sin los que varios de estos temas no funcionarían por separado. La imaginación de M83 sigue creando momentos resaltables, y varios de éstos tienen en común la falta de preocupación en que el tema sea memorable por todas las razones equívocas. Canciones como This Bright Flash y su hermana Echoes of Mine, con sus baterías potentes y los teclados sumergibles, funcionan dentro y fuera del contexto ambicioso del disco por ser solamente una intermisión, una transición hacia “los verdaderos hits”. En esta búsqueda por la “canción pop perfecta”, Gonzalez se pierde del viaje por no esperar a ver otra cosa que el destino.
Puede ser de hipócrita desvalorizar al disco tomando como puntos vulnerables lo falso que puede llegar a parecer el aura de “épica obra electrónica doble conceptual”, cuando la razón inconsciente detrás del desagrado es que varios de los que empezamos a escuchar M83 fue por el shoegaze simple pero innovador. Igualmente, una vez que se deja de ver a Hurry Up, We’re Dreaming como un monstruo de consumismo masivo y se lo empieza a tratar como un trabajo parcialmente honesto, resulta en una de las novedades más disfrutables del año.
#371 - M83 (2011)