Después del álbum debut Showbiz, que los mandó a la categoría de grupo revelación y que dejaba ver su potencial, volvió Muse con nuevas canciones de grandilocuencia barroca y magia esotérica. Origin of Symmetry sorprendió, sobretodo, por su toque de neo-clasicismo como si se tratara de una sinfonía moderna. Nada más hay que escuchar Megalomania que termina con un órgano muy eclesiástico, o el piano en Space Dementia. A todo esto encima hay que sumarle la angustiosa y delirante voz de Matthew Bellamy que muchas veces alcanza notas imposibles, como demuestra en Micro Cuts.
En su trabajo anterior, a Bellamy lo habían criticado de copiar demasiado el tic vocal nervioso de Thom Yorke o el llanto convertido en falsete de Freddy Mercury. Fue con este disco que las críticas pararon ya que son muchos los que se mandan falsetes desgarradores en canciones, pero pocos los que lo hacían con la fuerza de Bellamy. El bajista Chris Wolstenhome y el baterista Dominic Howard también volvieron con muchísima más fuerza y más matices.
Los instrumentos se volvieron en el acompañamiento ideal para reflejar la atmósfera inquietante de cada canción. Puede que haya mucha gente a la que no le guste este álbum, pero nade le va a poder sacar la originalidad con la que Muse selló su segundo disco, que marcó un antes y un después en el modo de componer de la banda y el género.
get it
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En su trabajo anterior, a Bellamy lo habían criticado de copiar demasiado el tic vocal nervioso de Thom Yorke o el llanto convertido en falsete de Freddy Mercury. Fue con este disco que las críticas pararon ya que son muchos los que se mandan falsetes desgarradores en canciones, pero pocos los que lo hacían con la fuerza de Bellamy. El bajista Chris Wolstenhome y el baterista Dominic Howard también volvieron con muchísima más fuerza y más matices.
Los instrumentos se volvieron en el acompañamiento ideal para reflejar la atmósfera inquietante de cada canción. Puede que haya mucha gente a la que no le guste este álbum, pero nade le va a poder sacar la originalidad con la que Muse selló su segundo disco, que marcó un antes y un después en el modo de componer de la banda y el género.
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